Un ariete se utilizaba para demoler muros y puertas o para hacerles un agujero con el fin de superar la defensa enemiga.
Los primeros carneros eran todavía árboles talados, que fueron llevados por varios hombres y empujados contra el objetivo. Más tarde, el carnero se montó sobre soportes móviles para conseguir un mayor impulso y, por lo tanto, más daños. Para ello, el tronco estaba colgado de un andamio, que podía oscilar de un lado a otro.
Con la aparición de arqueros y medidas defensivas en las murallas como la mala suerte, los carneros fueron cubiertos para proteger a la tripulación de los ataques. Además, la cabeza del pistón estaba parcialmente equipada con una cabeza de bronce, lo que aumentaba la estabilidad y la fuerza.
A finales de la Edad Media, cuando los castillos perdieron su importancia militar, los carneros se volvieron superfluos y desaparecieron de las fuerzas armadas. Hoy en día se utilizan pequeñas variantes que pueden ser utilizadas por una sola persona y que se utilizan en operaciones policiales para abrir puertas.
This post is also available in: Deutsch (Alemán) English (Inglés) Français (Francés) Italiano 简体中文 (Chino simplificado) Русский (Ruso) العربية (Árabe)